Qué feo se llevan los panistas en Puebla

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Ahora resulta que la dirección estatal de ese partido culpó a su excandidato a la alcaldía, Mario Riestra Piña, de montar un espectáculo en plena campaña electoral para ganar votos.

Así como lo lee.

Y es el caso en concreto de cuando supuestamente un taxista amenazó de muerte al abanderado al Palacio de Charlie Hall, durante una gira en San Francisco Totimehuacán. Para Augusta Díaz de Rivera y su secretario general, Marcos Castro, ese hecho fue puro teatro, así como canción de Olga Guillot.

Además, la dirección estatal acusó a Riestra de ser un mal aspirante, estar mal en las encuestas, de no levantar. Total, que lo ventanearon frente a sus correligionarios, lo señalaron con el dedito juzgador para decir que fue él (y no el PAN) quien perdió la elección.  Hicieron lo mismo con Xóchitl Gálvez, sus aliados del PRI, pero ellos no fueron responsables de nada.

Para cualquier ciudadano que no comulgue con la dirección estatal albiazul exponer ahorita a Riestra es un acto de delación, de deslealtad, de traición y, ¿por qué no?, hasta simulación.

Suponiendo que la denuncia de Mario Riestra sí fue armada como acusan sus correligionarios, eso lo hubieran revelado desde esa fecha y no ahorita, cuando el excandidato a la Presidencia municipal de Puebla levantó la mano para contender por la dirigencia estatal.

No se trata de defender al excandidato a la alcaldía capitalina, porque al final es bronca entre ellos y ya de por sí es un partido que está en su peor momento y desconocemos si fue o no real la denuncia de Riestra, pero evidenciarlo en este momento se interpreta como una forma de hacerlo a un lado y cortarle las alas por si él o su hermana Susana Riestra intentan inscribirse en el proceso interno de la sucesión a la dirigencia estatal.

Los panistas aún no entienden que no ganaron nada, que su representación legislativa en el Congreso del estado será de caricatura, que gobiernan pocos municipios y que el único importante es San Andrés Cholula.

No han entendido que están desdibujados del mapa político. Supuestamente, la evaluación de por qué perdieron la elección estatal era para asumir responsabilidades, pero no para cobrar venganza, era con el fin de un ejercicio de autocrítica, de auditar el dinero que recibieron como parte de las prerrogativas y ver si fue bien ejercido, no para quemar en la hoguera a un nuevo enemigo interno.

No les ha caído el veinte que tendrán una mínima representación y que su papel de oposición está desteñido, desvanecido, lampiño. No han concientizado que están en crisis de credibilidad y de liderazgo. No quieren ver cómo es que los perciben desde afuera.

Su actuar es muy narcisista, como el de una secta, cuando lo hacen bien es gracias a ellos, cuando lo hacen mal es por culpa de los demás. Tras quemar en la hoguera a sus correligionarios seguramente habrá consecuencias, porque este panismo no es el de los 90 en el que quien obedecía no se equivocaba.

Así como van las cosas, el próximo presidente (presidenta) de Acción Nacional a nivel estatal será una imposición de quien actualmente lo dirige. Así como están difícilmente darán una batalla ejemplar en el 2027.

Qué feo se llevan esos señores del PAN.

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